Te compartimos artículos sobre comida saludable, salud, fitness, estilo de vida y curiosidades.

Cuando decides perder peso, tienes la convicción de hacer todo lo posible para lograrlo y no caer en el efecto rebote. Verte en el espejo resulta bastante abrumador, porque hiere en cierto sentido nuestra autoestima y nos demuestra el poco cuidado que hemos tenido con nuestra alimentación. ¡Hay que hacer algo, por supuesto!

El problema es que no siempre es fácil ejercitarse y tener la voluntad para cumplir la meta trazada. Son muchos los que se inician en la actividad física y al cabo de unas semanas ya empiezan a sentir la derrota. Se vuelve más apetecible aceptar la condición de la figura y volver a la vida sedentaria.

Los que si deciden mantenerse firmes en perder peso, suelen cometer un error tremendo: desesperarse por obtener resultados inmediatos, y en consecuencia, las dietas se tornan más estrictas, el ejercitarte se convierte en una práctica estresante y la vida empieza a girar en un círculo vicioso.

El peor de todos los males es…

La desesperación por perder peso puede llevarte a que a largo plazo seas víctima del terrible efecto rebote. ¿Tienes idea de lo que se trata? Este fenómeno ocurre cuando una persona, después de perder peso en tiempo record, con la misma intensidad vuelve a recobrarlo.

Imagina entonces que tu peso es de 100 kilogramos. Decides perder peso con la actividad física durante un periodo de 3 meses y logras llegar al peso de 60 kilogramos. Ya has cumplido tu meta: has conseguido que el ejercitarte, sumado a dietas y sacrificios constantes, te hayan permitido adquirir tu figura ideal.

Pero, de pronto, unos cuatro meses más tarde, te das cuenta que tu cuerpo ya no pesa 60 kilogramos, sino 80 o 90. ¿Por qué has podido incrementar tanto en tan poco tiempo? Y si haces cálculos, puedes advertir que a ese ritmo, podrías llegar a los 120 kilogramos con facilidad.

La explicación

El cuerpo humano, desde hace millones de años, está predispuesto a acumular grasa en las células adiposas formando lo que se conoce como tejido adiposo, allí es donde se guardan las reservas de energía de nuestro cuerpo; y el motivo es que en la época prehistórica, los primitivos no siempre tenían con que alimentarse. La actividad de la caza quedaba suspendida en época del invierno, por ejemplo.

Así que durante esos periodos, la grasa acumulada pasaba a nutrir y auxiliar al cuerpo, para compensar la deficiencia de alimento. La genética de tu cuerpo, aún conserva esa facultad.

Cuando comienzas a alimentarte como lo hacías antes, tu cuerpo piensa: «¡Ah! qué bien, llegaron las reservas que necesitábamos». Pero como no sabemos si esto vuelve a repetirse, el cuerpo vuelve a retener grasas.

De hecho, tu cuerpo también te predispone a comer más y más. Y es justo ahí donde rompes la dieta. Todo el estrés que sentías cuando te lastimabas en la actividad de ejercitarte y ejercitarte, empieza a encontrar un alivio en el gusto de comer y comer. Y es así como vas dando vida al efecto rebote.

¿Cómo evitar el efecto rebote?

Lo primero es tener claro que cuando adelgazas se debe a que estas teniendo un déficit calórico, es decir, diariamente estas consumiendo menos calorías de las que tu cuerpo necesita, es allí donde inicia el proceso de acudir a las reservas de energía almacenadas en el tejido adiposo, esa es la razón por la que bajas de peso.

Siguiendo estas 8 recomendaciones puedes evitar el efecto rebote después de perder peso a través de una dieta:

  1. Más que hacer dietas es cambiar los hábitos de comer, bajando la cantidad de carbohidratos, alimentos procesados, harinas y azúcar.
  2. Evitar el sedentarismo.
  3. No creer en dietas milagrosas o con un déficit calórico muy alto, ya que si, adelgazarás pero eso es como el dicho de lo que rápido llega, rápido se va.
  4. Poner horarios de comida, por ejemplo si desayunas a las 7AM que tu última comida sea a las 7PM.
  5. Aprender a combinar las porciones de verduras, proteínas, frutas y cereales. Una buena técnica es tener la tabla de calorías donde te indican cuantas calorías tienen los alimentos por cada 100 gramos, de esa manera puedes llevar un control diario y si te excedes un día, saber que el siguiente tienes que compensarlo.
  6. No pasar hambre. Aplicando la recomendación anterior puedes comer bien y en porciones sustanciales.
  7. Tomar 2 litros de agua al día.
  8. Evitar el consumo de alcohol.

De esa manera, el cuerpo logra asimilar la pérdida de peso de manera sana. El cuerpo no se siente “resentido” por la pérdida agresiva de peso y entonces entiende que tu nueva figura es la que sanamente te mereces. Eso mismo es lo que debes considerar cuando decides iniciarte en la meta de perder peso.

Lo que ocurre con las personas de obesidad mórbida

Donde mejor se puede ver latente el fenómeno rebote es en aquellas personas que sufren de obesidad mórbida. Estas personas, son aquellas cuyo nivel de grasa es demasiado alto, por lo que su figura es demasiado gorda. A este tipo de personas, el exceso de peso los lleva a condiciones de vida un poco dificultosas.

Es tanto el volumen de grasas que poseen que en algunas ocasiones viven tendidos en cama. Así que no les queda otra opción que acudir a cirugías para facilitar el perder peso. Sin embargo, tras afrontada la cirugía y la consecuente pérdida de peso, la persona comienza a recobrarlo con facilidad.

Es por eso, que a las personas con obesidad mórbida, se les orienta con un proceso de recuperación donde se les da las claves para evitar el efecto rebote. Hay que considerar que la cirugía de balón gástrico o bypass no es exclusiva para las personas que padecen de obesidad mórbida.